sábado, 1 de diciembre de 2012

DULCE NOVIEMBRE

Por Martín Ortíz
Como aquella película romántica. El Rojo anda encantado en una primavera con pocos antecedentes en los últimos años. Porque en la última trepidante e inolvidable campaña en la que terminó tercero, había tenido su despertar en la segunda ronda.
Para cerrar un mes casi ideal, le ganó a Dock Sud 1 a 0, casi con las mismas armas que el lunes lo había hecho ante El Porve.
A paso firme y victorioso, Camba cerró un noviembre  ganador. Tres victorias consecutivas.
Ganó 4 de los 5 partidos. Y  se llevó 13 de los 18 puntos en juego.
 Dulce Noviembre…                                                            

Un arranque sufrido

Los primeros 15 minutos la pasó muy mal. Arrancó frío y un Dock Sud eléctrico se lo llevó por delante. Sobre todo por el colombiano Angulo, que prometió en 10 minutos ser la figura del partido y se quedó en promesas. Pero lo tuvo el Doke 3 veces. Dos a través del moreno, que a pura torpeza definió muy mal. Y una a través de un asombroso cabezazo de Nico Kissner en contra de su propia valla que rebotó de lleno en el travesaño.
Igualmente la manera de atacar de Dock Sud era sospechosa. Por momentos lo hacía como en el potrero, donde nadie quiere jugar de defensor y todos van hacia delante.
Si ya el sistema 3-4-1-2 era audaz, la manera de no resguardar espacios atrás, era toda una provocación.
 Bastaron entonces unos minutos más, para que Camba la empezara a aprovechar.

Casanova y un hallazgo llamado Clementino González.

Lo de “cachete” es historia felizmente repetida. Cuando él aparece, su equipo desequilibra. O con goles o con habilitaciones. O sencillamente con el juego esclarecedor que en esta divisional escasea. Por eso, sin tener mucho la pelota el Rojo empezó a aprovechar los vacíos tácticos de un rival muy mal parado en defensa.
Casanova además, contó con dos cómplices fundamentales. Uno Elías Di Biassi, que está recuperando su mejor nivel. Otro el paraguayo Clementino González.

El delantero fue decisivo. Como el lunes ante El Porvenir. No solo por el golazo de cabeza gestado con una fuerza y una precisión brutal, tras gran centro de “cachete”, sino por movilidad y astucia, para aguantar todo lo que le tiraron.
Le costó a Abeledo encontrar el acompañante del goleador Kissner. Primero lo intentó con Pelosi y tras un arranque auspicioso, Enzo fue mermando en su nivel.
Luego fue el turno de Castro, pero nunca respondió. Ahora es el de Clementino, y parece ser un acierto. Pues tuvo que ver notablemente, en los dos triunfos de esta semana.

Lo que tiene. Lo que debe mejorar.

Tiene sacrificio y unidad. Fundamental, como base de todo proyecto. Tiene un Nahuel Benavente que en el fondo ordena y juega. Jugadores como Di Biassi y Casanova que están en alza, un goleador (más allá de que ayer desperdició varias), y un jugador como Clementino que de arriba es imbatible, en una categoría que juega mucho a eso.

Pero todavía le falta madurar como equipo. Manejar los tiempos. Ayer tenía todo para liquidarlo y no lo hizo. Apresurado en infinidad de jugadas con superioridad numérica. Y sin saber terminarlas.  Sus volantes centrales, Jones y Molina Ríos, volvieron a jugar un primer tiempo flojo y un complemento muy bueno.
 Pero además notamos cierta falta de recambio para un lugar clave. Cuando salió Benavente, y ante la ausencia de Lobato, Abeledo debió improvisar con Gutiérrez de central y la pasó muy mal en el fondo. Al punto de que Arias Navarro terminó a los revolcones.
En un torneo tan largo, eso es preocupante.

Ya es un campañón.

Está quinto a una fecha de terminar la primera ronda. Y en algún momento anduvo cerca del fondo. Las inclemencias extrafutbolísticas ya las describimos hasta el hartazgo. Tenía que aprovechar la racha de enfrentar a 3 rivales heridos y lo hizo con personalidad de equipo. Ya es un campañón. Y es de lo mejor que hizo en muchos años, al menos en una primera rueda.
Este 2012  va a quedar grabado en la memoria de Cambaceres. Ganó más de lo que perdió. Por eso  los brazos andan muy seguido en alto. Y le dan luz y vida a un club, que se está acostumbrando  a cambiar viejas muecas de fastidios, por estos locos días de goce.