jueves, 15 de marzo de 2018

BUENOS TIEMPOS

Por Jorge Daniel Testori

Como jugador de fútbol tuve mis buenos tiempos en los tiempos que el tiempo reglamentario  se medía en 6 goles, 12 goles o en múltiplos de la docena cuando la canasta del perdedor se llenaba, o bien una escaramuza daba por finalizada la contienda y el arquero gordo se llevaba la pelota.Excluyendo los barrio contra barrio donde la formación de mis huestes contaba con los mejores representantes de la calle y yo ocupaba el banco de suplentes, aunque
nunca hubo un banco en nuestra canchita, en los partidos de entrecasa, los encargados de las alineaciones rivales entre amigos, los "seleccionadores" que debían poner la cuota de equilibrio para un enfrentamiento parejo, eran los caudillos, los dos mas habilidosos, los dos mas fuertes o los dos mas grandes, que en nuestra liga interna eran Ruben y Luis.La tradición establecía que el primero en elegir un compañero era el ganador del roca, tijera y papel, la medidita con los pies o el mas próximo a la linea del tejo.Luego el turno del otro y así hasta agotar el número de postulantes.No sé por que detalle, siempre fui la última opción.Mi posición estratégica en el campo de juego era delantero en orsay, una franquicia exclusiva jamás protestada por los adversarios.Recuerdo que en uno de mis reducidos días de iluminado, mi efectividad goleadora llegó al máximo, y para no desnaturalizar el juego, fui transferido a los rivales en forma instantánea para consecuentemente tener una performance anodina y desdibujada, con lo cual pase a ser un simple espectador, algo raro en el deporte siestero que practicábamos.En otra ocasión, mi desempeño fue tan cuestionado que drásticamente fui reemplazado por una vara de sauce clavada en el área chica por indicaciones del capitán de mi própio equipo, y creo que fue una decisión acertadaor